"Del suelo broté saludando a la tierra con tal grito, que nunca se había oído a un hombre que había muerto y vive de nuevo. Abracé los troncos de los árboles enloquecido como un auténtico poseso, levanté mis trémulos brazos hacia lo alto...y mi risa se proyectó hacia los cielos".(Edna St. Vincent Millay).

lunes, 4 de junio de 2012

Día 16 de mayo de 2.012-Vilar de Barrio-Lalín (texto)

Sin lugar a duda la jornada más dura de la peregrinación aunque, también hay que decirlo, una de la que más disfrutamos pese a los tramos que tendremos que cubrir por caminos anegados, con un piso complicado, rocoso y con importantes desniveles. Evidentemente hay que hacer una importante mención a los bellos parajes por los que circularemos. En resumen, a los casi 100 Km., habrá que añadir el tener que circular por tramos muy técnicos donde habrá que combinar pericia, potencia y resistencia; pero la osadía nos hará disfrutar de fantásticos andurriales. Vuelve a salir a la palestra el asunto de los consejos vertidos por otras personas a la hora de elegir el trayecto. Salvo en la última fase del día, en que nos apremia encontrar un sitio para hospedarnos y no vemos otra opción que alcanzar Lalín, habrá más de una ocasión en que la elección de la ruta no sea la más adecuada, por añadirse más kilómetros de los necesarios. Por la mañana nos sentimos descansados. Javier rezonga: "Hoy sí que me hubiera quedado un ratito más en la cama”. En el frigorífico hay, por cortesía de la casa, leche, mantequilla y mermelada. Hay también pan de molde y tostadora. Desayunamos con deleite y nos disponemos a acometer nuestra penúltima jornada. Hasta Orense todo nos irá a pedir de boca. Aunque tenemos que seguir subiendo hasta Cima de Vila, el resto será todo de bajada hasta Orense, salvo una subida intermedia habiendo pasado Xunqueira de Ambía, hasta alcanzar A Pousa. Parecen muy lejanas las dehesas extremeñas en que las poblaciones brillaban por su ausencia. Atravesamos Bóveda, Vilar de Gomareite, Bobadela, Padroso, y las mencionadas Cima de Vila y Xunqueira de Ambía en donde pararemos para tomar café. Entre medias, Quintela. En Salgueiros, conoceremos a Roberto, un trotamundos de la Coruña que viene desde Valladolid con la intención de finalizar su aventura en Orense en donde tiene la sana intención de hacerse un homenaje en las aguas termales. Nos pregunta educadamente si tenemos algún inconveniente en que pedaleemos juntos a lo que evidentemente le comentamos que por el contrario, será un placer contar con su compañía. Estamos contentos porque llevamos una buena media y tras la dureza de la jornada anterior, parece que hoy lo tenemos chupao. No deseo ser pájaro de mal agüero pero le comento a Javi que no debemos relajarnos dado que aun quedan muchos Km. por delante. No sé cuántos, porque tengo la costumbre de no mirarlo en el procesador del trayecto, salvo que intuya que estoy relativamente cerca del destino consignado. Mi compañero, en la primeras etapas y por curiosidad me preguntaba:”Curro ¿Cuánto nos falta?; y mi contestación era siempre: “No lo sé, ni quiero saberlo…puedo decirte cuanto llevamos hecho, pero nada más”. Javi ya lo sabe y ni se molesta en preguntar. A buen ritmo atravesamos Ousende, Venda do Río, Pereiras y Castellana. En Reboredo, paramos para tomar un café y Roberto se empeña en invitarnos. Resulta que es su cumpleaños. Será ahora cuando nos comente su percepción de algunos tramos del Camino avisándonos que desde el Monasterio de Oseira hasta Castro Mozón, nos conviene ir por la carretera por lo engorroso de unas pistas, prácticamente inciclables. También nos pone sobre aviso sobre la salida de Orense. No hay que olvidar que no hemos parado de bajar y que la ciudad está a unos escasos 130 metros de altitud; o sea, que está metida en un agujero. Ya nos queda poco para llegar a Orense tras cruzar Curial y Seixalvo. A la entrada en Orense, nos despedimos de Roberto aunque nos lo volveremos a encontrar varia veces por la ciudad. La última vez será en el Puente Romano sobre el río Miño. Habiendo ya enfilado para abandonar la urbe, haremos otra parada en un figón de la Avda. de Santiago, para tomarnos algo. Desde el Miño nos esperan 7 Km. de subida ininterrumpida, 1 Km. más o menos plano y 2 Km. de bajada hasta la N-525 para llegar hasta Tallancos. El desnivel es impresionante especialmente durante el primer Km. Jadeando y sudando lo que no está escrito, pedaleando por el Camiño Real, haré un inciso para tomar resuello, haciendo círculos en el rellano que hay frente a la Iglesia de Cudeiro. Queda otra fuerte rampa hasta la Rua de Cudeiro en donde hago lo mismo que en la iglesia y me desplazo escasos metros por la Rua hasta estabilizar mi respiración y latidos. Pero esto no se acaba y los rampones continúan. Antes de llegar a As Baixas, paro extenuado para estirar las piernas, respirar e hidratarme. Se sigue subiendo pero no parece que tengamos que subir toboganes de la guisa anterior. Desde Tallancos continuamos hasta Bouzas. Desde Sobreira volveremos a subir sin tregua hasta Mirallos. Atravesada Sobreira, cruzamos el río Barbantiño a escaso metros de unas ruinas. Dejamos atrás Faramontanos y proseguimos por una pista estrecha, pedregosa y en mal estado, entre un frondoso bosque en que se agradecen las zonas umbrosas. En 45 minutos estaremos fotografiando la Capilla de San Pantaleón en Viduedo (me viene a la cabeza el libro Pantaleón y la Visitadores, de Vargas Llosa). Seguimos hasta Casanova y a las 14:45 estamos en Cea. En condiciones normales nos debería quedar relativamente poco para llegar a destino pero nos restan, al menos, 40 Km. para terminar la jornada. En San Cristovo de Cea haremos fotos de la Torre del reloj de la Plaza Mayor y aprovecharemos para cargar agua fresca en los bidones, de uno de los diversos grifos que penden de la Torre. Aquí no tenemos claro qué hacer. Desconocemos el estado del Camino, es tarde e incluso dudamos de si lo que nos aconsejó Roberto fue evitar subir al Monasterio de Oseira por pistas o evitar las pistas a partir del cenobio. Preguntamos a una abuela sobre el estado del camino. La señora nos dice que le consta haber visto a otros ciclistas lanzarse por las pistas y que en su opinión se puede circular por ellas. Lo que son las cosas. Dado el pésimo estado en que nos encontraremos el camino, seguramente, otros lugareños nos hubieran advertido sobre la dureza del mismo; pero esta señora, o practica habitualmente el ciclismo de montaña, o en su juventud realizó algún deporte de riesgo como el parapente o el puenting. La verdad es que durante los 6 Km. que nos separan hasta Pieles para enlazar con la OU-343, disfrutamos mucho. La dificultad del trazado nos mantiene concentrados y ocupados en franquear pistas rocosas y con abundantes lagaretas. Hay tramos en que parece que pedaleamos por el mismo cauce de un torrente. Casi todo el tiempo, nos franquea un hermoso bosque hasta O Maio en donde el paisaje se torna en pradera y maleza. Tras cruzar el Rego de Silvaboa, superamos un humilde núcleo de casas derruidas pero habitadas, y bordeamos por la derecha el llamado Monte de Fenampardo. La pista sigue siendo bastante complicada y observo por delante cómo Javier pergeña el suelo rocoso mientras que yo, a duras penas, le sigo a la zaga. Hasta las 4 de la tarde no alcanzaremos el Monasterio de Oseira en donde pararemos escasos minutos para hacer las fotos de rigor. No nos entretenemos más, el tiempo apremia y aunque estamos disfrutando de una etapa cargada de hermosos lugares y de pistas que harían las delicias de cualquier amante del BTT, se empieza a hacer tarde y no tenemos fiel constancia de encontrar un sitio para dormir cercano. Ahora nos acordamos de que Roberto nos confirmó la existencia de diversos alojamientos en Castro Dozón con lo que lo tenemos, tácitamente, cómo destino final. Tras Oseira seguimos por OU-406 pero por ceñirnos a los consejos de Roberto, sin duda cometemos un error (no es crítica ni mucho menos. El joven morigerado, lo hará con la mejor intención del mundo). Por el trazado que portamos en el GPS, efectivamente, conectaríamos con la carretera poco antes de alcanzar Vilarello, cubriendo una distancia de 1 Km. y medio; mientras que al continuarla desde Oseira, deberemos pedalear un total de 3 Km. con gran desnivel y atravesando Mirallos. Lo mismo sucederá tras Vilarello. Al seguir la carretera con defección, pedalearemos 3 Km. y atravesaremos Fontao, en lugar de cubrir el apenas 1 Km. necesario, para situarnos al sur de Carbalediña. En éste punto volveremos a equivocarnos. Por inercia, continuamos a toda pastilla en sentido hacia A Pallota, pero un vistazo al GPS nos anuncia que aunque estamos optando por la alternativa más cómoda y rápida, colegimos que nos alejamos demasiado del Camino. Se lo comento a Javi y me confirma que metros atrás ha visto una flecha amarilla. Ciamos hasta encontrarla y nos damos de bruces con una abuelete al que preguntaremos. Dada la hora que es y con la escasa parroquia que se ve por los alrededores, es una gran suerte encontrar a alguien para nuestras pesquisas. El hombre desafortunadamente no habla…murmura. Y solo se dirige a nosotros en gallego. Masculla una explicación pero con todos nuestros respetos, no es el momento ni el lugar de hacer un curso intensivo del idioma, a la sazón de Gallaecia. Entresacamos que lo más conveniente es que vayamos por la N-525 aunque por enésima vez volveremos a echarnos encima más Km. de los necesarios. Es más corta la opción por Gouxá y Vidueiros en lugar de enlazar la N-525 por Corná. Pero ya está hecho. Visto lo visto, concluimos que lo que Roberto nos apuntaba era evitar las pistas antes de alcanzar el Monasterio en lugar de después de éste. No nos arrepentimos porque hemos disfrutado, aunque ya deseamos llegar a Castro Mozón, después de una jornada tan larga. Serán casi las 18:00 cuando lleguemos al pueblo y aun nos espera una sorpresa. Siguiendo el protocolo, paramos en un bar de la carretera para informarnos sobre el alojamiento. Yo espero fuera mientras Javier pide un par de cañas. Tras escasos minutos. Javi se sienta en una silla y me transmite: “La señora dice que no hay alojamiento en el pueblo…que lo más próximo es Lalín”. “No jodas”, le contesto…”Cómo te lo cuento”, me dice; y añade: “Pero dice la mujer que es todo cuesta abajo”. Y le digo: “Pues apura la birra que se nos hace de noche”. Hasta nuestro destino, en el hostal donde nos hospedaremos, nos quedarán casi 14 Km. de vellón, en que, afortunadamente, la mayoría serán de bajada. La carretera está poco concurrida y hay momentos en que alcanzamos casi los 60 Km./h. En el Km. 280 de la N-525 nos olvidaremos definitivamente del track. Hay poblaciones en el Camino, cómo Barreiro, Xesta, Reguengo,…,etc, pero es demasiado riesgo no encontrar un sitio para dormir; y Lalín, al ser un municipio grande, es garantía de cama. No tenemos problemas para encontrar rápidamente un hostal que nos acoja. Cuando nos sentamos exánimes en el bar del hostal, son las 7 menos 20 de la tarde. Han pasado casi 11 horas desde que abandonamos Vilar de Barrio y hemos estado 8 horas y 13 minutos en movimiento. Y lo de siempre: un bocata de medio metro, una par de birras y una ducha nos entonará. Hoy no nos molestamos en intentar una cabezada por la hora que es. Daremos una vuelta por el pueblo y en un bar de tapas, damos rienda suelta a nuestras ansias de pitanza. El joven camarero menciona con simpatía e hilaridad el aspecto quemado de nuestra cara y brazos. A la postre estamos contentos. Sobre el papel hemos conseguido acortar la última etapa con lo que llegaremos holgadamente a Compostela. Antes de irnos a dormir, Javi me comenta: “Joder, cuando me dijiste en Castro Dozón que aligerara porque se nos hacía de noche, pensaba que estabas de broma”.

domingo, 3 de junio de 2012

Día 17 de mayo de 2.012-Lalín-Santiago de Compostela (texto)


Nada más encontrarnos en la cafetería del hostal Javi me comenta: “Bueno…esto ya está hecho”. Y le respondo: “Si, pero no olvides que hasta el rabo, todo es toro”. Aun recuerdo la última jornada desde Palas de Rei en donde para mi sorpresa, había que seguir superando alguna cuestecita que otra, especialmente en  los kilómetros previos a Monte Do Gozo. Y aunque el hostelero nos anima indicándonos que hasta Compostela,”todo es cuesta abajo”, por experiencia, no me fío ni un pelo. Parece lógico pensar que la nacional se acomodará al trazado más sencillo pero esto no será necesaria garantía de que el Camino discurra con características similares. Y de hecho, así será. Aunque la mayor parte del tiempo nos ceñiremos al plan previo, habrá un par de ocasiones en que seguiremos por la N-525 por comodidad y por asegurarnos una hora de llegada acorde a nuestros deseos. Pero obviamente, esta decisión no la tomaremos hasta un buen rato, ya avanzada la jornada, cuando comenzemos a percibir que ésta última etapa no estará exenta de dificultad.
El GPS nos anuncia que el sitio óptimo para enlazar con el plan previo, será en A Laxe. Al poco dejaremos a la derecha Vilasoa y hacia el oeste atravesaremos Bendorio y  Prado e iremos bajando por restos de la calzada romana hasta el Puente Taboada sobre el Río Deza. Desde aquí comenzaremos a subir durante 2 Km. y medio hasta el Polígono Industrial de Silleda. Tras una bajada de unos 500 metros deberemos volver a subir por tramos de calzada legamosos y con abundante maleza a ambos lados. Lo franqueamos casi todo el tiempo andando para evitar ensuciarnos en lo posible del lodo oscuro y maloliente. En la propia Silleda, alcanzaremos la cota más alta del día. Pasado Chapa, volvemos a enlazar con el trazado original y haremos una parada en Bandeira para tomar café.
Vamos avanzando y hacemos una foto a la ermita de Dornelas en donde un grupo de peregrinos descansan mientras se alimentan. Buen Camino…buen Camino.
Aunque desde Silleda el perfil general es de bajada, hay mucha pequeña cuesta que nos mina y que añade más cansancio al que ya arrastramos acumulado.
Una fuerte bajada nos espera hasta Puente Ulla. Cerca de Prado, haremos divertidos una parada para fotografiarme junto a una señal que reza el "Túnel de Curro".
De nuevo toca subir y atravesamos Monreal. Aquí decidimos hacer un tramo por la N-525 aunque tras un rato circulando por la carretera, no nos gusta el cariz que toma el asunto: No hay demasiado tráfico pero los pocos coches que pasan lo hacen a toda leche...Empero, hay igualmente constantes subidas y bajadas que en poco nos ayudan a minimizar el cansancio. Pasaremos próximos a Ribadulla, Guimaráns, Castrelo, Cimbraos y Picón; y en Listedo, abandonaremos la carretera para adentrarnos de nuevo por el antiguo trazado. Al menos, nos quitamos la paranoia del tráfico que lógicamente va aumentando con la aproximación a Compostela. Hasta la ciudad, será una sucesión de duras subidas y no tanto las bajadas. Javier me comenta que ha visto una señal en la carretera en donde se indica 7 Km. hasta Santiago pero no me cuadra con lo que indica el procesador de trayecto del GPS. No le quiero desesperanzar  pero el artefacto me indica casi el doble.
Y así vamos avanzando con muchas ganas de alcanzar nuestro destino. Al fondo se ven bastantes casas y Javier vuelve a interpretar que lo que se ve al fondo es Santiago. Se lo desmiento. Aunque es la primera vez que accedo a la ciudad del apóstol por el sur, tengo perfectamente guardado en mi retina el aspecto de la ciudad. Las rampas continúan hasta prácticamente el final y mi compañero comenta: “Vaya tela, nos van a putear hasta el final”. Tras atravesar la Avda. Lugo y para rematar la faena, nos espera otra fuerte pendiente por la Rua do Sar.
A la altura del Convento de las Madres Mercedarias hay muchos coches de policía y les preguntamos a uno de los polis, si hay algún problema. Al parecer hay una manifestación. Nos dirigimos sin más preámbulos hacia la catedral. La Plaza de Quintana está intrasitable. Nos dirigimos al Obradoiro y tras darnos un fuerte abrazo y hacernos las fotos de rigor, damos por finalizada la peregrinación.

A modo de Epílogo añadiré lo que acontecerá en las siguientes horas a nuestra llegada al Obradoiro, por ser sumamente anecdótico. A saber: Nuestra idea es dirigirnos por nuestra cuenta a las instalaciones de la empresa de transporte elegida y supervisar el embalaje de las bicicletas. Hasta he tenido la precaución de portar un track que nos lleve si problemas desde la Catedral hasta dichas instalaciones. Son 5 Km. y aunque estamos cansados, sabemos que constituye el último esfuerzo del día. Hemos llegado a muy buena hora con lo que disponemos de tiempo para dejar las bicicletas, obtener la Compostela, ducharnos y almorzar como es debido, amén de tras un breve descanso, visitar la Catedral y abrazar al Santo.
Nada más llegar al Obradoiro, un joven muy amable, nos ofrecerá un servicio de transporte de bicicletas. Se lo agradecemos tras informarle de que ya lo hemos previsto pero tenemos la precaución de guardarnos el folleto publicitario que no entrega.
Sin demora, nos dirigimos a las instalaciones sitas en el Polígono Industrial de Tambre.
Nuestra sorpresa es que al llegar a destino, nos encontramos con una nave vacía. No vemos gente por los alrededores a quien preguntar pero parece plausible, que al ser mediodía, la gente esté almorzando. Por fin vemos a un Sr. que no insta a adelantarnos hasta la gasolinera en donde encontraremos la empresa de transporte que buscamos. Pero para nuestro asombro, la empresa está cerrada. De hecho la gasolinera también está cerrada y todo parece estar muerto. Aparece una señora en un coche para cargar combustible pero al ver todo cerrado, desiste. Aprovechamos para preguntarle. Cual es nuestra sorpresa cuando nos dice que hoy es fiesta en Santiago. No teníamos ni idea. Resulta que es la fiesta de la Ascensión y eso explica tanto ambiente por los alrededores de la Catedral y lo desértico del polígono. Nos quedamos con cara de idiotas. Nos encontramos en medio del polígono vestidos de romanos, cansados y si saber que hacer con la bicicletas. Escarbo por mis bolsillos y encuentro el folleto que nos dieron en el Obradoiro. Llamamos y le explicamos la situación y sin problemas se ofrecen a personarse en el mismo Polígono para recoger las bicicletas, en un plazo de media hora. Respiramos tranquilos y allí mismo arropados por los laterales de un lavacoches, nos mudamos de ropa, cogemos los necesario para el viaje de vuelta y preparamos las alforjas. Pasa rápido el tiempo y aparece una furgoneta. Nos atiende Javier de Galipita, muy comunicativo y hablador y tras una llamada de teléfono, me pasa con Tomás (bicigrino) quien tras saludarnos, me da buenas referencias de Javier. Dice que me conoce pero lo dudo, salvo que sea asiduo del foro bicigrino. El empresario transportista se ofrece a llevarnos hasta la Oficina de Atención al Peregrino en donde sellaremos la credencial y obtendremos la Compostela. Nos queda dirigirnos al hotel, ducharnos, comer algo, descansar un rato y visitar la Catedral y abrazar el Santo. Mañana de vuelta a casa, cada uno por su lado y hasta la próxima. Ha sido una experiencia formidable.