Nos dirigimos al albergue para ver si podemos tomar un
café. Manuela nos invita a sentarnos y nos ofrece unas galletas para
acompañarlos. Los peregrinos parecen haber desaparecido y solo nos acompañan
los bicigrinos que desayunan tranquilamente. Nuestra intención es alojarnos en
Salamanca. Nos apetece hospedarnos en una ciudad con cara y ojos además de dar
un garbeo por tan bella ciudad.
Se llanea hasta Valverde de Valdelacasa. Nos cruzamos con
algunos peregrinos que salieron muy temprano de Calzada de Béjar y mirando
atrás, podemos apreciar todavía la nieve
en las cumbres de la Sierre de Béjar. Paramos en un bar para tomarnos otro par
de cafés y el dueño nos pregunta si venimos del albergue Alba y Soraya. El
mundo es un pañuelo, resulta que hizo la mili con el marido Manuela. Nos da una
tarjeta indicándonos que hace menú especial para los peregrinos. Nos comenta que
está pendiente de un peregrino alemán al que debe recoger en coche cuando le
avise de que ha terminado su etapa del día. El teutón está algo cansado de los
albergues y ahora se hospeda en buenos hoteles cuando los hay disponibles. Continuamos pedaleando para atravesar
Valdelacasa y más adelante Fuenterroble de Salvatierra en donde paramos para
que nos sellen la credencial en el albergue. Un peregrino que barre la entrada,
nos comenta que una lesión en el pie le retiene un par de días hasta que se
encuentre mejor.
Desde
éste punto en adelante disfruto mucho del recorrido. Son alrededor de 12 Km.
por la pradera en que el silencio y la sensación de soledad son conmovedoras. Se
sigue viendo a nuestras espaldas la nieve en las cumbres. A la altura de una
choza a escasos metros de un área de descanso hay un peregrino que observa
meditabundo el paisaje.
¡¡¡Resulta
que es el alemán del que os hablo el dueño del bar en Valverde de Valdelacasa!!!
Ha venido andando, nada menos, desde Colonia.
Nos
hacemos unas fotos junto a él y proseguimos. Encontramos el desvío hacia
Pedrosillo de los Aires pero optamos por el emblemático Pico de la Dueña. Al
fondo se ven los molinos de viento. Observando el piso, me sorprendo por el
tamaño de las hormigas que pululan por la zona. Son enormes. Multitud de
mosquitos revolotean frente a nuestras narices.
La subida al Pico de la Dueña es bastante técnica con una fuerte
pendiente. El ruido de las aspas va in crescendo a medida que nos aproximamos a la cumbre. Hay
un momento en que no tenemos muy claro si estamos ante el famoso Pico. La
sensación en la cumbre es extraña entre el silencio, el fuerte viento y el
zumbido de los molinos. Javier me
comenta el efecto enloquecedor que el zumbido de la aspas tiene sobre los
animales, hasta el punto de que no suele haber fauna animal en sus alrededores
salvo la abundancia de insectos. Podemos ver la cruz en la cota más alta y tras
hacernos algunas fotos, nos lanzamos por una fuerte pendiente cuesta abajo a lo
largo de 3 Km. Se engancha una pista asfaltada que nos llevará hasta Calzadilla
de los Mendigos. A nuestra izquierda, debajo de un árbol, vemos al bicigrino
extremeño que conocimos en Calzada de Béjar. Nos lo volveremos a encontrar a la
entrada de Salamanca. No entendemos cómo nos puede haber adelantado y deducimos
que ha evitado el Pico de la Dueña, bordeándolo.
Nos
lanzamos alegremente a pedalear y a disfrutar de la cómoda pista y, sin darnos
cuenta, a la altura de San Pedro de Rozados, perdemos el track que se desvía a
la derecha atravesando Morille, Ariseos, Aldeanuela y Miranda de Azán. Cuando
nos damos cuenta del error, nos da pereza volver sobre nuestros pasos y no es
difícil inferir que está misma carretera, sin apenas tráfico, nos llevará a
Salamanca.
Al llegar al puente sobre el río Tormes
volvemos a coincidir con el bicigrino extremeño, que se hace unas fotos con nosotros.
Nos
dirigimos hacia el centro de la ciudad con el fin de encontrar un hostal
asequible.
Estamos
justo al lado de la Plaza Mayor y un Sr. en bici, se ofrece a enseñarnos
algunos hostales. Nos comenta que en breve tiene intención de peregrinar desde
Salamanca. Por fin encontramos uno muy cerca de la Plaza Mayor. Mientras que
nos toman los datos, Javi saca un par de cervezas de un bar adyacente al
hostal:”Toma Curro, nos la merecemos”.
Dejamos
las bicicletas y con celeridad nos acercamos a la Plaza Mayor para almorzar.
Hemos llegado a buena hora y a mí, en particular, me apetece algo de cuchara
que satisfago con una sopa castellana que está de muerte. Remato la faena con
un revuelto de jamón que me deja ahíto. Vuelta al hostal. Llega la hora de
ducharse y de echarse un rato. No consigo dormirme pero me quedo transpuesto.
Toco en la puerta de Javier pero no contesta. O está durmiendo o se ha abierto.
Aprovecho para dar un paso hasta una farmacia cercana a la Plaza y compro
Voltarén crema. El pie me sigue fastidiando. Muy cerca hay un supermercado en
donde aprovecho para comprar algunos plátanos, bebida isotónica y el desayuno
del día siguiente. Vuelvo a mi
habitación para dejar las bolsas y suena
el móvil; es Javier que me indica que está sentado en un velador de la Plaza.
Hay puestos de libros y se ha comprado uno. Le propongo ir a dar un paseo por
una Salamanca muy ambientada con gran cantidad de gente por las calles. Víspera
de fin de semana y con un clima excelente. Nos hacemos algunas fotos por el casco
antiguo. Le explico a Javi el origen de la expresión: “Estar en capilla….”.
Hace años, en mi época estudiantil, estuve en Salamanca con unos amigos viendo
un concierto del legendario Cámel. Preguntamos por el lugar en donde se busca
la ilustre rana pero la fachada está en obras con andamios. Nos sentamos un
rato frente a la Catedral en una plaza
que está petada de gente. Llega la hora de ir a cenar algo y tras husmear por
varios sitios nos decantamos por el bar que está justo al lado del hostal que
tiene buena pinta y dispone de gran variedad de tapas. Me vuelvo a quitar el
mono de jamón con una excelente ración de ibérico y tras alguna tapa adicional,
nos vamos a la cama. Ya veremos hasta donde llegamos mañana. Estamos en el
destino deseado según el plan previsto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario