"Del suelo broté saludando a la tierra con tal grito, que nunca se había oído a un hombre que había muerto y vive de nuevo. Abracé los troncos de los árboles enloquecido como un auténtico poseso, levanté mis trémulos brazos hacia lo alto...y mi risa se proyectó hacia los cielos".(Edna St. Vincent Millay).

lunes, 21 de mayo de 2012

Día 9 de mayo de 2.012-Casar de Cáceres-Carcaboso (texto)


A las 7:30 cómo un reloj nos encontramos en el bar de hostal que ya debe de haber cumplido con su jornada de luto. El muerto al hoyo y el vivo al bollo. No necesito usar despertador porque mi reloj biológico ya se ha activado y cómo muy tarde me despierto alrededor de las 7:00. Unos cafés nos entonan y nos disponemos a emprender la jornada tras cargar bebida en los bidones. No ha sido necesario desmontar alforjas el día anterior porque las bicicletas han dormido con nosotros.
El track nos devuelve de nuevo a Casar de Cáceres pero nos da pereza añadir los 4 Km. y tras echar un vistazo al GPS, con la escala adecuada, vemos que si seguimos por la N-630, engancharemos con el track a unos 15 Km., justo al atravesar el Arroyo de Villaluengo. Enlazado el track se sale de la carretera para enganchar una trialera corta pero muy chula que al poco nos devuelve de nuevo a la Nacional justo antes del puente sobre el  Embalse de Alcántara. Otro puente nos espera un Km. más adelante y a poca distancia abandonamos la carretera para meternos en plena montaña. Hay un joven trabajador del AVE que nos saluda y que nos confirma que vamos por el camino adecuado para llegar hasta Cañaveral. Avanzamos por la meseta con magníficas vistas a lontananza. No hay árboles y hay numerosos toros a ambos lados del camino. Es el tramo de los cerros: Cerro de la Biga, del Hito, de Pajares, de la Pita…
Aunque el cielo está despejado, aun no me he quitado el fino maillot de manga larga aunque no tardaré mucho en hacerlo. Javi ha salido desde el principio con manga corta y embadurnado de crema solar factor 50. Comentamos que ninguno de los dos somos de ponernos crema solar habitualmente pero que su mujer la obligó a portarla y ahora se alegra de haberla traído. Yo también me alegro porque la usaré también. Me acuerdo de mi mujer que siempre me riñe por no nunca usar crema.
Al rato, de pronto se corta el camino en el denominado Valle Ancho. Íbamos tan alegremente pedaleando que no nos percatamos de un desvío señalizado para los peregrinos, por las obras del AVE. Volvemos sobre nuestros pasos sumergiéndonos en una profunda hondonada que tras subir una fuerte rampa, nos devuelve a la ruta marcada. Vemos algunos peregrinos y les saludamos. Al fondo se aprecia Cañaveral y nos planteamos hacer una parada para cargar isotónica. Javier es cómo un camello. Me parece imposible que beba tan poco líquido; lo que pensado egoístamente me va de coña porque en lo que queda de peregrinación será para mí una reserva adicional de combustible. Yo, fiel a la “metodología” voy consumiendo alrededor de un bidón a la hora. En más de una ocasión Javier se meterá conmigo por mi obsesivo deseo de hidratarme. Con las barritas, pasará igual. Intento comer cada hora aproximadamente y Javi se mete conmigo indicándome que se ha convertido en el portador oficial de la barritas y que siempre llevamos más de las que necesitamos.
Por cierto, le he encasquetado la bolsa de herramientas aligerando así algo de peso en mis alforjas. Lo que son las cosas, le insistí a mi compañero, hasta la saciedad,  que controlara el tema del peso y al final mis alforjas pesaban más que las suyas. Aunque es cierto que nadie podía prever que el tiempo nos acompañara durante todo el Camino, he paseado gratuitamente un par de culottes largos y un maillot de abrigo.
            A la altura de Cañaveral decidimos no desviarnos hacia el pueblo y seguir adelante dejándolo a nuestra izquierda. El camino nos lleva a un pequeño núcleo en donde se emplaza la Estación de Cañaveral.
Se aproxima el Puerto de los Castaños. Atravesamos la Ermita de San Cristobal y poco mas adelante hacemos una parada en la Fuente de la República. Hay que cargar bidones. Dudamos sobre la potabilidad del agua pero no hay indicativo alguno de qué ésta no se apta para el consumo. Emprendemos la marcha y al fondo se ve lo que parece un cortafuegos con una pendiente muy pronunciada. Le comento bromeando a Javier que espero que no sea por ahí por donde hay que seguir. Pues efectivamente es por ahí. La rampa se las trae aunque el firme es aceptable. Merece la pena el esfuerzo porque el camino nos sumerge en un precioso pinar denominado el Collado y Cerro de las Canteras que nos lleva hasta la EX-371. El Puerto de los Castaños y la N-630 quedan  a nuestra derecha y nos sumergimos en el denominado Valle de los Muertos tras atravesar un puticlub de carretera. Por cierto, ya casi al final del mencionado pinar, el track nos desviaba hacia una carretera paralela a la pista que moría igualmente en la EX-371. Hablamos de escasos metros. Igualmente nos hubiera llevado al mismo punto (el puticlub) con la diferencia de que con la opción que escogimos en el último tramo, era más directo y te permitía disfrutar un poco más del paseo por el bosque.   
Desde ahora en adelante todo serán Dehesas con abundancia de chaparros y mucha jara cuyo olor nos embriaga y que nos recuerda a nuestra Sierra Morena. En ocasiones es necesario atravesar algún arroyo aunque nada comparable a la abundancia de agua que veremos en etapas más adelante. Este tramo del Camino hasta Galisteo será una sucesión de abre-cierra cancelas.
Será además en éste tramo y al que ya hago referencia en la Introducción, en donde nos surge una seria duda derivada de la picaresca del Camino. Es una pena que no se me ocurriera hacer alguna foto porque quienes perpetran el desvío lo hacen con más de una ilustración comercial y chillona en las cancelas adyacentes. Esto será a las 4 (utilizando verborrea aérea) respecto del Cuchillar (de todas maneras, lo indicaré con una marca de posición en el track subido a wikiloc). Se indica claramente que la continuación por donde nos lleva el track es un acceso cerrado a cal y canto. Son  dos las cancelas las que hay: La de la izquierda nos desvía hacia Riolobos y la de frente es la que nos marca el track. Dudamos. Hacemos un primer amago de desviarnos hacia Riolobos e incluso atravesamos la cancela abriéndola y cerrándola. Nos paramos. Le trasmito a mi compañero que hasta ahora el seguimiento de los tracks no nos han generado problema alguno  y que en ocasiones suele haber picaresca para atraer a los peregrinos a lugares de avituallamiento y/o alojamiento. Decidimos seguir el track y poco más adelante nos daremos cuenta de lo acertado de la decisión.
En este tramo, hasta Galisteo, no será la única ocasión en que aparece algún cartel de Prohibido el Paso. De hecho, desde que se atraviesa la carretera de Riolobos, más adelante, hasta el propio Galisteo, uno tiene la sensación de que el trazado está muy abandonado.
Proseguimos pues, y poco más adelante es donde me pegaré mi correspondiente castaña.
Justo antes de atravesar el Arroyo del Boquerón del Rivero, se ve a la derecha un pequeño embalse sito en la llamada Dehesa la Torrecilla del Carmen. Voy entretenido pedaleando, Javier va por delante atacando una bajada, el firme es de gravilla y ¡¡¡cataplás!!! Al apoyar el pie derecho en el suelo de forma instintiva, siento un fuerte dolor. Me he raspado todo el lateral del gemelo pero donde realmente me he hecho daño, es en el talón. Me duele. Maldigo en arameo por una caída tan tonta y se lo trasmito a Javier que me espera adelante al haberme perdido de vista. Esta estúpida caída y el dolor en el talón me acompañará el resto del Camino. Lo que espero es que solo me duela al andar y no pedaleando, aunque sé que veré las estrellas cuando haya que hacer empujing.
Atravesamos la Ctra. de Riolobos y nos dirigimos hacia Galisteo. Esta última parte está muy desaliñada. Más toros y vacas pastando. Pedaleamos un rato, paralelos a una canalización del Río Ala. Atravesamos una valla que nos obliga al poco a cruzar un lodazal apestoso y rematamos la faena con una rampa rompe piernas  antes de llegar a Galisteo. Hace calor. Hay que ir pensando en el alojamiento. Paramos en un bar en el pueblo, próximo al albergue, en donde hay algunos peregrinos sentados en el velador. Javier pide un par de cañas y lo acompañamos con un picadillo fresquito de tomate y pimientos, que nos sabe a gloria. Llamamos al  hostal en donde tenemos previsto dormir y nos confirman que disponen de una habitación. Terminamos nuestro tentempié y atravesamos Galisteo por el centro, intramuros. Atravesamos el famoso Río Jerte que nos acompañará paralelo a la Ctra. EX-108. Atravesamos Aldehuela de Jerte y poco más adelante llegamos a Carcaboso. Antes de dirigirnos al hostal le propongo a Javier echar un vistazo al albergue municipal. Está cerrado, no hay ni un alma y llamo al teléfono que reza en la puerta. Una chica muy amable nos comenta que si queremos hay también un albergue privado en que se ofrecen habitaciones. Cuando nos encaminamos a buscarlo, la misma chica que nos ha atendido por teléfono ha salido en nuestra búsqueda para indicarnos la ubicación de albergue. Está en la calle principal, a escasos metros del hostal. Nos atiende Doña. Elena y nos ofrece un par de habitaciones. Mientras esperamos a que nos las entregue y nos indique donde dejar las bicis, nos tomamos una tapa.
Las habitaciones están con las camas sin hacer y no hay jabón ni toallas. Se lo comentamos a Doña. Elena que parsimoniosamente nos indica que no nos estresemos ni la estresemos a ella y que todo se andará. No hay prisa. No deseamos hacerles una putada al hostal que reservamos en Galisteo y les llamo para indicarles que al final no nos vamos a quedar con la habitación.
Aparece Doña. Elena indicándonos que ya podemos utilizar las habitaciones. Antes de ducharme inicio el protocolo diario de cargar las pilas del GPS. Fundamental.  Javier  engatusa a la alberguera para que improvise una colada. Hace un tiempo excelente y no habrá problemas para secar la ropa. Al rato, colgamos la ropa en unos tenderetes en una casa adyacente en donde otros peregrinos hacen colada y secan su ropa. Mi menda se va a la ducha y a echar un rato. No me duermo pero descanso. Más tarde, me propongo dar un paseo por el pueblo e ir a visitar La Iglesia de Santiago Apóstol. Javi está tranquilamente leyéndole el periódico en el bar del albergue y no le apetece moverse. Cuando alcanzo la iglesia, se aprecia homilía y a parroquianos cantando. Aprovecho para hacer algunas fotos de los restos romanos del exterior y de las pintadas en la pared.
Llamo a casa y minutos después termina la misa y aprovecho para pedirle a un simpático cura que me selle la credencial.
Tras recoger a Javi, compramos algunas cosas en un supermercado sito en la calle principal y tras dejarlas en las habitaciones, nos proponemos dar un paseo y comer algo.
Ya estoy totalmente destaponado y tengo un hambre canina. Me pido un bocata de jamón el bar del hostal que sabe a rayos; ese cerdo no ha visto una bellota en su vida. Tras mi decepción culinaria, nos dirigimos al albergue, recogemos la ropa seca y tras dejarla en las habitaciones (tendremos que volver más tarde a por el resto de la ropa que aun le falta un pelín para secarse) nos dirigimos a otro chiringuito cercano en donde una amable chica nos atiende. Nos pedimos un par de cañas y de pizzas y nos las comemos fuera del bar desde donde se aprecia la algarabía de la final de la Copa. Javi me comenta lo que le ha contado Doña. Elena respecto del desvío de Riolobos y del interés que alguien tiene en amargarle la vida complicando a los peregrinos el acceso a Carcaboso.
Nos dirigimos al albergue, recogemos la ropa, ya prácticamente seca y nos vamos a dormir.Estoy preocupado por el pie que me duele bastante al andar.Tengo que andar de puntillas intentando no posar el talón y cojeo.Espero que no me dé problemas para continuar mi peregrinación.Fin de día.      

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