A las 7:30 cómo un reloj nos encontramos en el bar de
hostal que ya debe de haber cumplido con su jornada de luto. El muerto al hoyo
y el vivo al bollo. No necesito usar despertador porque mi reloj biológico ya
se ha activado y cómo muy tarde me despierto alrededor de las 7:00. Unos cafés
nos entonan y nos disponemos a emprender la jornada tras cargar bebida en los
bidones. No ha sido necesario desmontar alforjas el día anterior porque las
bicicletas han dormido con nosotros.
El
track nos devuelve de nuevo a Casar de Cáceres pero nos da pereza añadir los 4
Km. y tras echar un vistazo al GPS, con la escala adecuada, vemos que si
seguimos por la N-630, engancharemos con el track a unos 15 Km., justo al atravesar
el Arroyo de Villaluengo. Enlazado el track se sale de la carretera para
enganchar una trialera corta pero muy chula que al poco nos devuelve de nuevo a
la Nacional justo antes del puente sobre el Embalse de Alcántara. Otro puente nos espera un
Km. más adelante y a poca distancia abandonamos la carretera para meternos en
plena montaña. Hay un joven trabajador del AVE que nos saluda y que nos
confirma que vamos por el camino adecuado para llegar hasta Cañaveral. Avanzamos
por la meseta con magníficas vistas a lontananza. No hay árboles y hay
numerosos toros a ambos lados del camino. Es el tramo de los cerros: Cerro de
la Biga, del Hito, de Pajares, de la Pita…
Aunque
el cielo está despejado, aun no me he quitado el fino maillot de manga larga
aunque no tardaré mucho en hacerlo. Javi ha salido desde el principio con manga
corta y embadurnado de crema solar factor 50. Comentamos que ninguno de los dos
somos de ponernos crema solar habitualmente pero que su mujer la obligó a
portarla y ahora se alegra de haberla traído. Yo también me alegro porque la
usaré también. Me acuerdo de mi mujer que siempre me riñe por no nunca usar
crema.
Al
rato, de pronto se corta el camino en el denominado Valle Ancho. Íbamos tan
alegremente pedaleando que no nos percatamos de un desvío señalizado para los
peregrinos, por las obras del AVE. Volvemos sobre nuestros pasos sumergiéndonos
en una profunda hondonada que tras subir una fuerte rampa, nos devuelve a la
ruta marcada. Vemos algunos peregrinos y les saludamos. Al fondo se aprecia
Cañaveral y nos planteamos hacer una parada para cargar isotónica. Javier es
cómo un camello. Me parece imposible que beba tan poco líquido; lo que pensado
egoístamente me va de coña porque en lo que queda de peregrinación será para mí
una reserva adicional de combustible. Yo, fiel a la “metodología” voy
consumiendo alrededor de un bidón a la hora. En más de una ocasión Javier se
meterá conmigo por mi obsesivo deseo de hidratarme. Con las barritas, pasará
igual. Intento comer cada hora aproximadamente y Javi se mete conmigo
indicándome que se ha convertido en el portador oficial de la barritas y que
siempre llevamos más de las que necesitamos.
Por
cierto, le he encasquetado la bolsa de herramientas aligerando así algo de peso
en mis alforjas. Lo que son las cosas, le insistí a mi compañero, hasta la
saciedad, que controlara el tema del
peso y al final mis alforjas pesaban más que las suyas. Aunque es cierto que
nadie podía prever que el tiempo nos acompañara durante todo el Camino, he
paseado gratuitamente un par de culottes largos y un maillot de abrigo.
A la altura de Cañaveral decidimos
no desviarnos hacia el pueblo y seguir adelante dejándolo a nuestra izquierda. El
camino nos lleva a un pequeño núcleo en donde se emplaza la Estación de Cañaveral.
Se
aproxima el Puerto de los Castaños. Atravesamos la Ermita de San Cristobal y
poco mas adelante hacemos una parada en la Fuente de la República. Hay que
cargar bidones. Dudamos sobre la potabilidad del agua pero no hay indicativo
alguno de qué ésta no se apta para el consumo. Emprendemos la marcha y al fondo
se ve lo que parece un cortafuegos con una pendiente muy pronunciada. Le
comento bromeando a Javier que espero que no sea por ahí por donde hay que
seguir. Pues efectivamente es por ahí. La rampa se las trae aunque el firme es
aceptable. Merece la pena el esfuerzo porque el camino nos sumerge en un
precioso pinar denominado el Collado y Cerro de las Canteras que nos lleva
hasta la EX-371. El Puerto de los Castaños y la N-630 quedan a nuestra derecha y nos sumergimos en el
denominado Valle de los Muertos tras atravesar un puticlub de carretera. Por
cierto, ya casi al final del mencionado pinar, el track nos desviaba hacia una
carretera paralela a la pista que moría igualmente en la EX-371. Hablamos de
escasos metros. Igualmente nos hubiera llevado al mismo punto (el puticlub) con
la diferencia de que con la opción que escogimos en el último tramo, era más
directo y te permitía disfrutar un poco más del paseo por el bosque.
Desde ahora en adelante todo serán Dehesas con abundancia
de chaparros y mucha jara cuyo olor nos embriaga y que nos recuerda a nuestra
Sierra Morena. En ocasiones es necesario atravesar algún arroyo aunque nada
comparable a la abundancia de agua que veremos en etapas más adelante. Este
tramo del Camino hasta Galisteo será una sucesión de abre-cierra cancelas.
Será
además en éste tramo y al que ya hago referencia en la Introducción, en donde
nos surge una seria duda derivada de la picaresca del Camino. Es una pena que
no se me ocurriera hacer alguna foto porque quienes perpetran el desvío lo
hacen con más de una ilustración comercial y chillona en las cancelas
adyacentes. Esto será a las 4 (utilizando verborrea aérea) respecto del
Cuchillar (de todas maneras, lo indicaré con una marca de posición en el track
subido a wikiloc). Se indica claramente que la continuación por donde nos lleva
el track es un acceso cerrado a cal y canto. Son dos las cancelas las que hay: La de la
izquierda nos desvía hacia Riolobos y la de frente es la que nos marca el
track. Dudamos. Hacemos un primer amago de desviarnos hacia Riolobos e incluso
atravesamos la cancela abriéndola y cerrándola. Nos paramos. Le trasmito a mi
compañero que hasta ahora el seguimiento de los tracks no nos han generado
problema alguno y que en ocasiones suele
haber picaresca para atraer a los peregrinos a lugares de avituallamiento y/o
alojamiento. Decidimos seguir el track y poco más adelante nos daremos cuenta
de lo acertado de la decisión.
En
este tramo, hasta Galisteo, no será la única ocasión en que aparece algún
cartel de Prohibido el Paso. De hecho, desde que se atraviesa la carretera de
Riolobos, más adelante, hasta el propio Galisteo, uno tiene la sensación de que
el trazado está muy abandonado.
Proseguimos
pues, y poco más adelante es donde me pegaré mi correspondiente castaña.
Justo
antes de atravesar el Arroyo del Boquerón del Rivero, se ve a la derecha un
pequeño embalse sito en la llamada Dehesa la Torrecilla del Carmen. Voy
entretenido pedaleando, Javier va por delante atacando una bajada, el firme es
de gravilla y ¡¡¡cataplás!!! Al apoyar el pie derecho en el suelo de forma
instintiva, siento un fuerte dolor. Me he raspado todo el lateral del gemelo
pero donde realmente me he hecho daño, es en el talón. Me duele. Maldigo en
arameo por una caída tan tonta y se lo trasmito a Javier que me espera adelante
al haberme perdido de vista. Esta estúpida caída y el dolor en el talón me
acompañará el resto del Camino. Lo que espero es que solo me duela al andar y
no pedaleando, aunque sé que veré las estrellas cuando haya que hacer empujing.
Atravesamos
la Ctra. de Riolobos y nos dirigimos hacia Galisteo. Esta última parte está muy
desaliñada. Más toros y vacas pastando. Pedaleamos un rato, paralelos a una
canalización del Río Ala. Atravesamos una valla que nos obliga al poco a cruzar
un lodazal apestoso y rematamos la faena con una rampa rompe piernas antes de llegar a Galisteo. Hace calor. Hay
que ir pensando en el alojamiento. Paramos en un bar en el pueblo, próximo al
albergue, en donde hay algunos peregrinos sentados en el velador. Javier pide
un par de cañas y lo acompañamos con un picadillo fresquito de tomate y
pimientos, que nos sabe a gloria. Llamamos al
hostal en donde tenemos previsto dormir y nos confirman que disponen de
una habitación. Terminamos nuestro tentempié y atravesamos Galisteo por el
centro, intramuros. Atravesamos el famoso Río Jerte que nos acompañará paralelo
a la Ctra. EX-108. Atravesamos Aldehuela de Jerte y poco más adelante llegamos
a Carcaboso. Antes de dirigirnos al hostal le propongo a Javier echar un
vistazo al albergue municipal. Está cerrado, no hay ni un alma y llamo al
teléfono que reza en la puerta. Una chica muy amable nos comenta que si
queremos hay también un albergue privado en que se ofrecen habitaciones. Cuando
nos encaminamos a buscarlo, la misma chica que nos ha atendido por teléfono ha
salido en nuestra búsqueda para indicarnos la ubicación de albergue. Está en la
calle principal, a escasos metros del hostal. Nos atiende Doña. Elena y nos
ofrece un par de habitaciones. Mientras esperamos a que nos las entregue y nos
indique donde dejar las bicis, nos tomamos una tapa.
Las
habitaciones están con las camas sin hacer y no hay jabón ni toallas. Se lo
comentamos a Doña. Elena que parsimoniosamente nos indica que no nos estresemos
ni la estresemos a ella y que todo se andará. No hay prisa. No deseamos
hacerles una putada al hostal que reservamos en Galisteo y les llamo para
indicarles que al final no nos vamos a quedar con la habitación.
Aparece
Doña. Elena indicándonos que ya podemos utilizar las habitaciones. Antes de
ducharme inicio el protocolo diario de cargar las pilas del GPS. Fundamental. Javier engatusa a la alberguera para que improvise
una colada. Hace un tiempo excelente y no habrá problemas para secar la ropa.
Al rato, colgamos la ropa en unos tenderetes en una casa adyacente en donde
otros peregrinos hacen colada y secan su ropa. Mi menda se va a la ducha y a
echar un rato. No me duermo pero descanso. Más tarde, me propongo dar un paseo
por el pueblo e ir a visitar La Iglesia de Santiago Apóstol. Javi está
tranquilamente leyéndole el periódico en el bar del albergue y no le apetece
moverse. Cuando alcanzo la iglesia, se aprecia homilía y a parroquianos
cantando. Aprovecho para hacer algunas fotos de los restos romanos del exterior
y de las pintadas en la pared.
Llamo
a casa y minutos después termina la misa y aprovecho para pedirle a un
simpático cura que me selle la credencial.
Tras
recoger a Javi, compramos algunas cosas en un supermercado sito en la calle
principal y tras dejarlas en las habitaciones, nos proponemos dar un paseo y
comer algo.
Ya
estoy totalmente destaponado y tengo un hambre canina. Me pido un bocata de
jamón el bar del hostal que sabe a rayos; ese cerdo no ha visto una bellota en
su vida. Tras mi decepción culinaria, nos dirigimos al albergue, recogemos la
ropa seca y tras dejarla en las habitaciones (tendremos que volver más tarde a
por el resto de la ropa que aun le falta un pelín para secarse) nos dirigimos a
otro chiringuito cercano en donde una amable chica nos atiende. Nos pedimos un
par de cañas y de pizzas y nos las comemos fuera del bar desde donde se aprecia
la algarabía de la final de la Copa. Javi me comenta lo que le ha contado Doña.
Elena respecto del desvío de Riolobos y del interés que alguien tiene en
amargarle la vida complicando a los peregrinos el acceso a Carcaboso.
Nos
dirigimos al albergue, recogemos la ropa, ya prácticamente seca y nos vamos a
dormir.Estoy preocupado por el pie que me duele bastante al andar.Tengo que andar de puntillas intentando no posar el talón y cojeo.Espero que no me dé problemas para continuar mi peregrinación.Fin de día.
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